Martínez Gamba, en su homenaje
Ana María Gorosito Kramer
Antropóloga Social, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Misiones. Durante mas de diez años sus investigaciones y trabajos de campo estuvieron fuertemente vinculados al estudio de relaciones interétnicas entre la sociedad nacional y las poblaciones aborígenes, especialmente en referencia a los Mbya guaraní en Misiones. Asesora de organismos vinculados al diagnóstico y resolución de conflictos en áreas indígenas e integrada a proyectos internacionales orientados a esta temática
La desaparición física del escritor Carlos Martínez Gamba en la localidad de Puerto Rico constituye la partida de uno de los mayores poetas paraguayos, afortunadamente honrado en vida en su país. Escribo estas líneas para expresar mis condolencias a los hermanos del otro lado del río pero también para reflexionar sobre la tremenda pérdida que representa su fallecimiento para los misioneros, puesto que su contribución quizás sea menos conocida por la mayoría de nosotros. Amante, como lo fue, de la pureza de las formas del guaraní y especialmente de la belleza expresiva y potencia metafórica de la lengua Mbya, Martínez Gamba ejerció entre nosotros, con infinita paciencia y delicada orfebrería, el oficio de recopilador y traductor de mitos y cantos religiosos de los Mbya Guaraníes en Misiones. Desde su primera obra, en colaboración con Lorenzo y Benito Ramos, “El canto resplandeciente”, hasta su última recopilación conocida, “Tataendy tatachiná”, pasando por las muchas traducciones publicadas en el Suplemento Antropológico de la Universidad Católica de Asunción, Martínez Gamba trabajó militante y silenciosamente para que los “juruá”, apenas chapuceros en la comprensión de esos tesoros lingüísticos, pudiéramos avizorar algo de la grandeza creativa de nuestros contemporáneos indígenas. Para ilustrar la incomprensión que hasta entonces rodeaban estas creaciones, narro brevemente una anécdota, que me tuvo como protagonista: durante un ritual religioso en la localidad de Fracrán en 1978, el Paí Antonio Martínez insistió en que grabara su canto. De regreso a Posadas le pedí su traducción a un profesor de guaraní muy reputado en la ciudad. A los pocos días, ese profesor me devolvió la grabación diciéndome que carecía de todo valor, que seguramente ese indio estaba borracho y había grabado una serie de incoherencias. Poco después le di una copia de esa grabación a Carlos Martínez Gamba. Su traducción al castellano, que figura en la edición trilingüe de “El Canto Resplandeciente”, es el vigoroso testimonio de un dirigente lúcido y extremadamente crítico hacia la situación que le tocaba vivir: ese canto religioso y político, expresado en un lenguaje poético de notable belleza, ha sido citado por innumerables autores desde su publicación hasta nuestros días.
Con Carlos Martínez Gamba se nos va el mejor traductor, si no el único, que ha sabido interpretar y traducir el arte de la lengua Mbya en sus expresiones más elevadas. Se reconocía heredero de León Cadogan en su estilo de trabajo. Puedo afirmar que en las circunstancias actuales, trascendió largamente al maestro: en los tiempos que corren, cuando la estrecha relación entre la lengua y las prácticas tradicionales comienzan a rasgarse, cuando la selva en la que esa lengua fue acuñada ya no puede proveer a las jóvenes generaciones de símbolos significantes y actualizados en la práctica, Carlos Martínez Gamba representaba la ortodoxia del correcto decir, la elevación del espíritu a través de las “bellas palabras hermosas”. Tal vez nadie exprese en sus exequias, las endechas fúnebres que se dedicaron en la ceremonia de despedida definitiva a su amigo, el Mbya Benito Ramos. Pero en esta hora de luto, algo es seguro: su partida nos deja extremadamente pobres en un mundo más opaco. Tras él, se nos ha cerrado la puerta de acceso a la belleza de un manantial sonoro que supo transcribir, para nuestro deleite y admiración.
.
.

No hay comentarios: