LOS REPRESORES MUEREN DE VIEJOS SIN SER JUZGADOS....En Chile y Paraguay, los feroces represores se mueren de viejos o enfermos, sin que sus gobiernos los juzguen por los atroces crímenes cometidos durante gobiernos dictatoriales, pareciera que declaman, por un lado, aborrecer esas prácticas, pero por otro costado, no hacen nada para juzgarlos, más aún, generan COMISIONES DE VERDAD Y JUSTICIA, caso Paraguay, a modo de convencer a su pueblo que están dispuestos a conocer la verdad sobre las ignominias cometidas y el oprobio vivido por los ciudadanos defensores del bien público y la dignidad más elemental del ser humano, más bien pareciera que lo hicieran de ex profeso, en realidad a que le temen, el pueblo demanda justicia y si realmente condenan su actuación, y pretenden que el NUNCA MAS se convierta en un legado para las futuras generaciones DEBEN JUZGAR A LOS VILLANOS QUE SOMETIERON A SU PUEBLO…Paraguay: murió represor más cruel de dictadura de StroessnerASUNCION -- El ex ministro del Interior Sabino Montanaro, considerado el más cruel represor de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), falleció "en su lecho y no en la cárcel como se merecía", afirmó el domingo el activista de los derechos humanos Martín Almada.En declaraciones a la AP, Almada comentó que la Procuraduría General tendría que "iniciar acciones legales para recuperar los bienes malhabidos en poder de la familia Montanaro como propiedades en Asunción y en el interior del país para distribuirlos entre las víctimas de la dictadura".Montanaro, de 89 años, falleció el sábado informaron los medios de prensa, radio y televisión, pero los familiares mantuvieron silencio sobre el fallecimiento del ex represor, quien se desempeñó en el gobierno de Stroessner desde 1963 hasta el 3 de febrero de 1989 cuando el régimen fue derrocado por un cruento golpe militar.Desde la caída del régimen hasta octubre de 2009, Montanaro vivió exiliado en Tegucigalpa, Honduras, y retornó a Paraguay aquejado por múltiples patologías por lo que, pese a que un juez ordenó su reclusión en una penitenciaría pública, finalmente tuvo prisión domiciliaria.Almada comentó a la AP que el ex funcionario "dejó de existir en su lecho de enfermo y no en la cárcel como se merecía porque fue uno de los responsables de la creación de la denominada Operación Cóndor, vigente en los años 70 y 80 como un pacto criminal de intercambio de presos políticos opositores entre (los regímenes militares de ) Paraguay, Chile, Bolivia, Argentina, Brasil y Uruguay"."La Operación Cóndor dejó en la región más de cien mil víctimas entre desaparecidos, muertos y apresados ilegalmente, así hayan sido ellos dirigentes políticos, líderes obreros y estudiantiles, intelectuales, periodistas, religiosos, graduados universitarios y campesinos", especificó.En 2009 fue presentado un informe final sobre violación de derechos humanos durante la dictadura de Stroessner, enfatizándose que hubo más de 50.000 detenidos ilegalmente en 34 años, un millón quinientos mil paraguayos sufrieron el denominado "exilio económico" y todavía siguen buscándose más de 130 personas desaparecidas tras haber sido detenidas.
Los indígenas pueden enseñarnos un mejor uso de los recursos, según el jesuita Bartomeu Meliá
Madrid, 6 sep (EFE).-
Si algo puede aprender el mundo desarrollado de los pueblos indígenas es "la moderación en el uso de los recursos" y "la solidaridad", según el jesuita hispano-paraguayo Bartomeu Meliá, quien ha vivido durante años con comunidades consideradas "primitivas".
"Son muy pobres, pero no hay miserables entre ellos", señala hoy en una entrevista con Efe el también escritor, investigador y lingüista en Madrid, donde recogerá mañana, miércoles, el Premio Bartolomé de las Casas.
El padre Meliá (España, 1932) ha sido reconocido con el galardón, en su vigésima edición, por su entrega a las causas de los pueblos indígenas de Paraguay, Brasil, Argentina y Bolivia y por su labor como defensor de la lengua guaraní.
Hace 57 años que el jesuita llegó por primera vez a Paraguay, para estudiar guaraní, y allí volvió en 1969, fecha a partir de la cual combinó las clases en la universidad con estancias con pueblos indígenas, como los mpaia, ava y los pa'i tavyterá.
De aquella época recuerda, por ejemplo, el interés de estos últimos por aprender a leer y escribir.
"Nosotros, para no darles textos que no fueran de ellos, les preguntamos qué es lo que querían que se pusiera en los textos para sus hijos y recibimos una lluvia de ideas extraordinarias" que dio lugar a dos pequeños libros, destaca.
Fue en Paraguay donde sufrió "más presiones" por su labor a favor de los Aché guayaquí, un grupo muy primitivo que sufría "un verdadero genocidio", y que culminaron con su expulsión del país suramericano en 1976.
Tras un "exilio" en el Vaticano de "poco más de un año", su siguiente destino fue Brasil, donde pasó a integrar un equipo que trabajaba con un pueblo con el que se acababa de establecer contacto y del que también formaba parte el misionero español Vicente Cañas, quien sería asesinado años después por su firme posición en defensa de una reserva indígena en la Amazonía.
A lo largo de la conversación, surgen todo tipo de anécdotas que reflejan desde "la gran espiritualidad" y "la gran humanidad" de las comunidades indígenas hasta el supuesto patriarcado de algunas de ellas.
"Las asambleas de los guaraníes son sólo de hombres, pero nunca se llega a una decisión el primer día. Y yo, que siempre he vivido en las casas de los indígenas, oía cómo durante la noche la que hablaba era la mujer. Y lo que el hombre dijo blanco, al día siguiente era negro", indica.
El padre Meliá está convencido de que son muchas cosas las que el mundo considerado desarrollado podría aprender de comunidades catalogadas como primitivas.
"A mí personalmente me ha hecho mucho bien el contacto y la vivencia con los pueblos indígenas", destaca el jesuita, muy crítico con la deforestación que ha sufrido la selva en países como Brasil y Paraguay en los últimos años, como consecuencia del cultivo masivo de la planta de la soja.
En Paraguay "sólo queda el 2 por ciento de la selva que había" y esto se ha producido "en los últimos 70 años", continúa el experto, quien asegura que él, que ha vivido en la zona desde el año 1969 y ha conocido la devastación, ahora va por la selva y no reconoce nada: "Son campos de soja".
"Esto es una barbaridad, incluso económicamente, por mucho dinero que se haya sacado. Porque, además, ese dinero tampoco ha ido para el bien del país", señala el galardonado con el Premio Bartolomé de las Casas, que convocan desde 1991 la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional de España y la Casa de América y tiene una dotación de 50.000 euros (unos 70.000 dólares).
También hace hincapié en el acoso, cada vez mayor, que sufren las poblaciones indígenas, sobre todo en Paraguay y Brasil, frente al "resurgimiento" que se ha vivido en Bolivia "con Evo Morales" que, a su juicio, "tiene sus más y sus menos".
Lo positivo, asegura, es "el reconocimiento de la plurinacionalidad de Bolivia" y "la recuperación de territorios indígenas"; lo negativo, "que no siempre la práctica coincide con la política proclamada", aunque "en parte por la gran oposición" que existe.
Emilia Pérez
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