CARLOS MARTÍNEZ GAMBA
 


Datos biográficos
Nació en la Ciudad de Villarrica, 1939.
Ø Poeta y narrador en guaraní. Aunque reside desde hace años en la Argentina ( Puerto Rico, provincia de Misiones ) y a pesar de que tiene una vasta producción poética y narrativa, sólo usa el guaraní -« el francés de América », como lo llamaban los jesuitas - para expresar su obra literaria.
Ø De sus innumerables composiciones poéticas, el doctor Ramiro Domínguez rescata “Pychãichi” (1970), producto de la picaresca criolla y popular, como una pequeña obra maestra.
Ø Dice él respecto al binomio «autor-obra»: «Nada de extraño si al fin este vagabundo del alba nos entrega una cosecha tan madura como este PYCHÃICHI, limpia talla de santero indígena en la madera dura y menospreciada del guaraní de nuestros mayores» (en R. Alarcón Martínez, El Parnaso Guaireño, 1987, página 388).
Ø Además de la obra ya citada, Carlos Martínez Gamba es autor, entre otros, de los siguientes títulos: “Plata yvyguy” (poesía; 1971),“Ikakuaaharepe ojevyva” (cuentos; 1973), “Tapekue ka'a” (1975), “Niño arapegua purahéi” (poemas; 1978), “Purahei mitã ñembotorore ha ñemonge ra” (poemas; 1984), “Ta'anga vera rendy” (cuentos; 1987) y “Jagua ñetu'o”(cuentos; 1989).
Ø En 1980, luego de una década de haber publicado “Pychãichi”, su primer libro de poemas sobre el conocido personaje de la narrativa oral paraguaya, salió a luz “Pychãichi rembihasakue Karai Réi ha Sariare ipu'akáramo guare”; y once años después apareció“Pychãi Marandeko” [Historia del Piquento] (1991), el tercer poemario de la misma saga.
Ø Entre otras actividades de índole lingüística y literaria, también tradujo al guaraní una antología poética de Rodrigo Díaz-Pérez, con el título de“Yvoty aty poravo pyre” (1973).
Ø (Fuente: "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA" / 2da. Edición – AUTORA: TERESA MENDEZ-FAITH - Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 1998)

Entrevista a CMG

“Escribir es dejar testimonio de un tiempo”
Es un día de semana en Puerto Rico. La ventana de la oficina limita con la vereda peatonal: la gente pasa a metros, quizás a centímetros de nosotros. Carlos Martínez Gamba los mira por unos instantes, luego dirige su mirada hacia mí, y aclara una primera cuestión, más bien responde la primera de una serie de tímidas preguntas que habré de hacerle: “Tengo como 20 obras publicadas y otras a publicar, así que me considero un escritor. Alguna vez no le di mucha importancia a la escritura, pero ahora que voy envejeciendo estoy dispuesto a asumir esa condición. Y me gusta, me gusta ser un escritor”.
Adentro, en esta oficina prestada por algún amigo porteño, no hay mucho para observar. Hay un escritorio bastante chico, a cuyo costado reposa, majestuosa, una máquina de escribir. Y en uno de los rincones, un sillón hamaca construido con tacuaras e hilos, parecida a las que construyen los mbyá guaraníes en el nordeste argentino. Le pregunto por qué escribe.
-Hay muchos motivos- me dice, volviendo a mirar hacia la ventana. Suspira fuertemente, y finalmente dice: -Escribir es dejar testimonio de un tiempo. Y no sé por qué, uno lo quiere hacer desde un punto de vista personal, siendo que los diarios, las fotografías, están dejando constantemente otros testimo-nios. ¿Porqué uno también quiere hacerlo? Eso no lo sé.
“Eso no lo sé”, dice el escritor nacido en Villa Rica, Paraguay. Dice que no lo sabe, aunque lo más probable es que evite la explicación de lo que no necesita ser explicado, de lo que no tiene una respuesta lógica y racional. Como esas luces, que en la noche absoluta se encienden sin ninguna fuente de energía que las abastezca.
-¿Qué hace que Ud. se decida a escribir una historia?
-Y... de repente es como una luz que se enciende, y uno dice “sobre este personaje tengo que escribir”. Mi primer libro nace así. Hay un personaje popular que en castellano quiere decir "Piquentito” -el que tiene esos bichos que salen de los pies-, sobre el que se tejen infinitas historias en el Paraguay, y que nunca fue elevado al plano literario. Además es un personaje que siempre me gustó porque de chico me contaron muchos cuentos sobre él. Me dije: ”¿Cómo esto no fue elevado al rango de literatura escrita?” Porque como literatura oral sí existía. Y escribo ese libro en breve tiempo, el cual me dio pie para seguir escribiendo.
“Piquentito” fue publicado en Buenos Aires en 1970, cuando Martínez Gamba tenía 31 años. En la década de los ochenta publicó en Posadas y en la ciudad brasileña de Curitiba, aunque actualmente publica en Asunción. Básicamente escribe poesía y narrativa corta, siempre en guaraní, su idioma vernáculo.
Le pregunto si ha publicado novelas: me niega con la cabeza. Acomodando su larga barba canosa, como simulando peinar lo impeinable, dice que quizás todavía esté a tiempo. Se toma las manos, entrelaza los dedos. Le pregunto sobre aquella vieja polémica según la cual escribir novelas es relativamente más fácil que el cuento. “Así dicen –me dice-. Pero el primer cuento argentino, El Matadero, escrito por (Esteban) Echeverría, no tiene los lineamientos ni las exigencias que ahora quieren imponerle al cuento, pero nadie puede negar que sea un cuento. Para mí el género por excelencia es la novela, la novela larga, de 1000 páginas, como La Guerra y la paz. Yo escribo cuentos, pero me hubiera gustado escribir “La guerra y la Paz”. El que no puede escribir una novela así es el que se dedica a endiosar las cualidades necesarias para que el cuento sea considerado perfecto.
Como para ahondar en el tema, le sugiero al autor del Aleph como uno de los pregoneros del cuento en detrimento de la novela. Carlos Martínez Gamba me dice: “Yo creo que Borges no escribía novelas porque no tenía la polenta suficiente. Porque hace falta mucho esfuerzo. Un cuento uno lo puede hacer en un par de horas; una novela lleva años. Hay que ser consecuente, sentarse todos los días frente a la máquina, y darle duro”. Sonriendo, hace de la ironía un arma letal: “¿Qué hacemos los que no escribimos novelas? Decir que la novela es un género facilongo y que el cuento sí que es muy difícil porque nosotros somos cuentistas”.
Me río. Martínez Gamba, despo-jándose de cualquier resabio de ironía, denota seriedad. Mira hacia afuera, hacia esa ventana que es algo así como el umbral entre su mundo y el mundo exterior, entre una época y otra, entre la realidad y sus ficciones. Empiezo una pregunta, intuyo que me lee entrelíneas. Me observa con atención, más acá de la ventana: a medio camino entre su interior y mi exterior. Empiezo a preguntarle, achica un poco los ojos, le pregunto qué libros no puede dejar de leer un buen lector.
-El Quijote, Los miserables, y Crimen y castigo. El que no leyó esos tres libros se puede decir que no leyó nada.
-¿Y en cuanto a la literatura Latinoamericana?
-El que más me gusta es (Alejo) Carpentier, el cubano. Me parece un escritor exquisito, ejemplar. También me gusta mucho Arlt.
-¿Es de releer?
-Y... yo sólo releería la carta de mi padre. Para el tiempo que fue escrito tiene mucho de interesante, por lo menos desde el punto de vista psicológico, no tanto desde el literario.
Martínez Gamba ha nombrado a Roberto Arlt, ha dicho que es un escritor que le gusta mucho. Entonces le cito una frase de ese autor porteño, a partir de la cual todo aquel que alguna vez haya leído un libro no podrá ser nunca feliz. Martínez Gamba ríe espontáneamente, como si se sintiera orgulloso por el escritor que admira. “Es que uno aprende a cuestionarse a través de los libros -me dice entre contento y pensativo-. Pero si traen infelicidad, es una infelicidad positiva, porque es una infelicidad que hace que uno se conozca a sí mismo y considere más a su prójimo, hace que uno no viva tanto para dentro y que se expanda en torno suyo”.
Afuera, la vereda es atravesada por un grupo de chicos: gritan y ríen a carcajadas. Llaman nuestra atención, así que permanecemos mirándolos. Él pensará qué es lo que pensarán esos jóvenes. Yo pienso, en cambio, qué es lo que pensaremos los jóvenes. Miro mis apuntes, más que preguntar, pretendo sacarme una duda:
-¿Entonces no hay duda que en los libros se esconden las posibilidades de mundos mejores? Quiero decir: ¿son cien por ciento positivos, o uno puede cuestionar ciertas cuestiones?
-Sí, sí son positivos. Además los libros pueden ser considerados el corazón de los pueblos. ¿Dónde se reflejan los pueblos? Más que nada en los libros. También hay otras manifestaciones en las que se refleja el carácter de un pueblo. Pero sobre todo en los libros, en la literatura. Así que para mí es un elemento esencial en la vida de los hombres.
Las preguntas se me van terminando. Tengo muchas, en realidad, pero ninguna demasiado original, ninguna digna ser expresada. Porque hay preguntas que cansan, y respuestas que no interesan. Pero desde mi pretendido papel de interrogador, como un tonto que es arrastrado por la manada, no puedo no preguntarle sobre el papel de los escritores en el desenvolvimiento de la vida política: a regañadientes le pregunto por la relación de los intelectuales con la realidad política y social. “Los escritores – responde con convicción- no pueden estar marginados de la realidad social. Pero pienso que su compromiso primordial es con la literatura, o sea tratar de escribir bien”.
Martínez Gamba permanece pensativo unos segundos, mirando, quizás, hacia su interior. Luego continúa: “Es que hay una lucha importante sobre la tierra: que haya menos pobres, menos miserables. Y la realidad es que siempre hay más. Este sistema que ahora rige al mundo, el libre mercado y todo lo demás, ha creado más pobres que nunca antes. Esas son cosas con las que yo no puedo vivir.
Tocan la puerta, entra una persona. Le digo que lo atienda tranquilamente pero me dice, terminante: “No, sigamos contigo.” Le dejan unas carpetas, y retomando el hilo, sentencia: “Es decir que es la injusticia lo que no tolero, es con la injusticia con lo que no puedo vivir”
Le pregunto, entonces, por sus mecanismos de defensas. “Y bueno
-me dice, con tono de quien evoca tiempos pasados-, yo siempre milité de un lado. Y esa militancia me ayudaba a ordenar mi vida, era un instrumento válido para que no me volviera loco, para mantener cierta coherencia. Y también la literatura: la literatura siempre me ayudó mucho”.Me mira con profundidad, como si hubiera terminado de responder. Sus ojos siempre pequeños, parecen encenderse ahora en un arranque de ilusión, como quien mirando su historia, proyecta futuros: “Creo que el hombre se va a ir perfeccionando, creo que alguna vez se va a crear una sociedad justa. Esos eran nuestros ideales en mi tiempo, y bueno, yo sigo viviendo con ellos”.
Empiezo a recoger mis cosas. Pensando ya en la redacción, buscando una respuesta a modo de cierre, le pregunto si le obsesiona la muerte. Me dice que no, que antes cuando era joven alguna vez le preocupó, pero que esos temores se fueron extinguiendo con el paso de los años. Un tanto inconforme con su respuesta, aclara: “No me quiero morir de ninguna manera, pero si por allí viene la muerte, le voy a decir: ´Entra ya, no esperes allí afuera`”.
Mientras sonrío, me pregunta si servirá la entrevista. Yo le respondo que sí, que por supuesto que sí. Como quien habla de un partido de fútbol, continuamos hablando de la relación del periodismo con la literatura, y del importante sustento económico que esa conjunción significó para muchos grandes escritores. Riendo le digo que la plata no tiene importancia, que se la puede ir haciendo día a día. Martínez Gamba, también sonriendo, acota que claro, plata tiene cualquiera. Si he gastado fortunas para seguir siendo pobre”.

Jueves 3 febrero 2000

Kevin Morawicki, Puerto Rico verano de 2000


Premio Nacional de Literatura

(en 16 Mil Versos)



La novela en versos del escritor y poeta Carlos Martínez Gamba fue distinguida por el Senado del Paraguay. Es la primera vez que una obra escrita totalmente en guaraní recibe un galardón de esta naturaleza. Además de una placa, le entregarán la suma de 40 millones de guaraníes (20 mil pesos). Es un premio histórico.
El escritor paraguayo-misionero-argentino Carlos Martínez Gamba fue galardonado en Asunción, Paraguay, con el Premio Nacional de Literatura 2003, por su obra Ñorairo Ñemonbeú Guérra Guasúro Guaré (Crónicas rimadas de las batallas de la guerra grande). También para Misiones es un orgullo, porque toda su obra fue gestada en esta provincia. Además, la Universidad Nacional de Misiones publicó uno de sus trabajos de investigación etno-lingüística, El canto resplandeciente, recopilación de las plegarias de los Mbyá-Guaraní de Misiones, Argentina. Él formó parte de la diáspora guaraní, durante la dictadura de Stroessner. Llegó a Posadas allá por 1960, luego de haber integrado la resistencia armada en la Cordillera del Ibytyruzú. Desde entonces vivió en Posadas, Buenos Aires y finalmente se aquerenció en la localidad misionera de Puerto Rico. En esta ciudad y una vez desaparecido el régimen stronista, alternó su vida entre Asunción, Villarrica, su ciudad natal y Misiones.
En Crónicas rimadas de la guerra grande -libro cuya extensión tiene casi características monumentales y editado por el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec)-, Martínez Gamba cuenta los principales acontecimientos bélicos de la guerra de la Triple Alianza (1864-70), a lo largo de 16 mil versos en guaraní. Sin lugar a dudas nos atrevemos a decir que esta obra es una epopeya nacional paraguaya, porque el escritor narra en forma poética un hecho histórico y nacional, como fue la Guerra de la Triple Alianza. El jurado, al expedirse, basó su decisión “en la calidad poética y creatividad literaria”; asimismo valoró el nivel que cobra el guaraní con su libro. Es la primera vez que en el Paraguay se otorga una distinción de tal categoría a una obra escrita totalmente en el idioma vernáculo. Por otra parte, Antonio Carmona, integrante del jurado, señaló que “el libro premiado puede considerarse histórico, porque es un texto fundacional de la literatura en guaraní y por los valores literarios y humanos que en él subyacen”
Por supuesto que los medios de comunicación del Paraguay fueron los primeros en enterarse. Y desde la capital Guaraní sonó el teléfono en Puerto Rico, en la casa de Martínez Gamba. Cuando alzó el tubo y le comentaron que había obtenido el Premio Nacional de Literatura 2003, incrédulo contestó “Añeté pio. Napendejapúipa hína (¿es cierto, no me están mintiendo?). Además de Carmona, el jurado estuvo compuesto por el presidente del Senado del Paraguay, Carlos Mateo Balmelli, Alejandro Gatti, Alcibíades González del Valle (director de Cultura de la Municipalidad de Asunción) y Maybell Lebrón.
Doce años de trabajo
El poema puede considerarse un gran compuesto, como de esos en los cuales se narra generalmente un acontecimiento trágico. Se inicia convocando a la concurrencia. Crónicas rimadas de las batallas... comienza diciendo en las primeras cuartetas: “Lleguen hombres y criaturas/ y escúchenme en silencio,/ voy a contar el combate/ naval del Riachuelo. Está el anuncio de lo que será el tema de esta parte del poema. Después empieza a proporcionar otros detalles pequeños. Se expresa que será escrito en guaraní, al mencionar al capitán José Ignacio Meza, que luego resultará muerto a raíz de las heridas recibidas y que en ese momento en que comienza el poema está llevando a los nueve barcos para combatir contra la escuadra de guerra del Brasil.
En relación al tiempo de elaboración de la obra, Martínez Gamba dijo que “me llevó doce años y los primeros capítulos los escribí en Posadas, leyendo las crónicas del historiador Efraín Cardozo sobre la batalla de Acosta Ñú, donde pelearon los niños, no porque el Mariscal López enviase a pelear niños, sino porque el ejército aliado alcanzó a la retaguardia paraguaya donde iban los más jóvenes a cargo de la impedimenta del ejército y en esa época nadie se entregaba, esa era una palabra que no existía en el léxico de los combatientes paraguayos, fueran mujeres, hombres o niños. Se desarrolla una batalla que según el historiador Cardozo fue una de las más épicas y emocionantes, leyendo las crónicas uno siente que va a llorar. Entonces dije: yo tengo que escribir un poema a esta batalla y lo hice”.
Prosiguió contando que "seis meses después, pensé que tendría que continuar el relato con el de la batalla que la antecedió. Y así hubo años enteros en que no escribí ninguno y hubo otros años en que escribí un montón, según como las musas me venían soplando en los oídos. Cuando llegué a los 5000 versos dije, bueno, ya está y me quedo acá. Como el libro no se publicaba y pasaba el tiempo, dije y bueno, voy a continuar y agregué otras cuantas batallas hasta que llegó a los diez mil versos. Pero no me animaba a enfrentar las batallas mayores, nunca había contado la de Curupayty, por ejemplo, ni la de Cerro Corá. La batalla de Curupayty fue un gran triunfo paraguayo y la de Cerro Corá, casi sagrada, en la que el Mariscal muere, rodeado de su estado mayor y de dos de sus hijos, todos combatiendo. Muchos generalísimos afirmaron que morirían en el último campo de batalla, con sus últimos soldados, en los últimos confines de la patria, Napoleón entre ellos, pero no lo hicieron así. ¡Perjuros...!
Creo que es uno de los primeros escritores que impulsaron la literatura en guaraní.
Yo inicio con Pychaichí, la corriente allá por 1970, en esa época había muy pocos escritores en guaraní. Yo tuve la suerte de que ese librito haya sido prologado por Ramiro Domínguez y fue publicado completo por el diario ABC de Asunción, lo que le dio mucha difusión y ayudó a que otros publicasen de nuevo libros en guaraní. Antes de Pychaichí, decenas de libros fueron escritos totalmente en guaraní.
Durante mucho tiempo existió una especie de resistencia de los escritores paraguayos a escribir en guaraní. ¿A que se debió?
Sí, es cierto y por otro lado es un derecho, el que cada uno escriba en el idioma que quiere. Yo quise escribir en mi lengua, la que aprendí a los pechos de mi madre y lo hice en ese idioma, lo cual no es un reproche y nadie se debe sentir mal por esa especie de "descubrimiento" mío. Después de la publicación de mis cuentos, aparece en el Paraguay una narrativa de prosa en guaraní, como por ejemplo el libro Kalaito Pombero de Tadeo Sarratea y otros. No quiere decir que yo sea fundador de la narrativa paraguaya en guaraní, pero fui uno de los primeros o el primero en escribir solamente en guaraní y en publicar dos libros. Además ya está en preparación otro texto sobre narrativa escrito en guaraní.

Para taitá Daniel

“El premio me alegra, pero también me recuerda mi niñez, junto a mi padre cuando nos leía el Okara poty kué mi, de Narciso Colman, alrededor de la mesa después de cenar en una noche de invierno, mientras afuera caía la fina llovizna y el viento gemía en el corredor. Sin darse cuenta nos estaba enseñando a amar nada más y nada menos que al idioma guaraní y a la literatura. Por eso siempre estoy pensando, y lo digo, que este premio que me han entregado es para ti, taitá Daniel”.
¿Qué significado tiene este premio? Porque además de una distinción en placa, también está lo monetario.
Este premio no me lo dieron a mí, este premio se lo dieron al idioma guaraní, a través del cual yo hablo y a través del cual les he contado las batallas de la guerra. Porque uno es hablado por su lengua. Uno no habla en una lengua, sino que es hablado por ella. Y en este caso la distinción, la madre, el refugio de todo es el idioma guaraní.
Y en relación a lo monetario, eso es lo menos importante, hasta este momento no sé ni cuántos pesitos son. De todos modos tengo muchos acreedores y se va a ir todo en un suspiro. Ni lo cuento.
¿Enfrentó la necesidad de utilizar palabras modernas que en el guaraní no existían?
El uso de arcaísmos y neologismos es escaso, sólo si son muy necesarios o si las palabras me gustan demasiado. Por ejemplo la palabra marandeko, para significar el hecho de la historia que se refiere a la guerra. De todos modos, al final de cada capítulo hay un pequeño vocabulario al que se puede recurrir. En cuanto a los neologismos, como el guaraní es una lengua aglutinante, es fácil la creación no forzada de nuevas palabras, si uno no quiere utilizar el hispanismo. Por ejemplo la palabra bayoneta, que evidentemente no existe en el guaraní, sí existió en la guerra grande. Entonces creé la palabra mediante la combinación de un vocablo que significa arma de fuego, que es mbocá y al que se le agrega la palabra kysé, que quiere decir cuchillo (arma blanca), entonces se forma la palabra mbocá kysé y es bayoneta y todos los entienden en la primera lectura.
También se observa en la obra que hay algunas traducciones del guaraní al castellano
Sí, el castellano por supuesto es parte de nuestra realidad. Hace 500 años que nos habla, entonces muchas veces al terminar de escribir una estrofa en guaraní, se me ocurría cómo sonaría en castellano. Entonces se pone esa traducción surgida en ese momento, a veces a lo largo de cinco o seis estrofas se va intercalando su traducción. También se incluyen, cuando es necesario poner frases en portugués, el idioma de los combatientes brasileños, y por allí alguna frase en francés, en boca de Madame Lynch.
Sin lugar a dudas, es un premio muy justo a todo el trabajo que ha venido realizando el escritor Carlos Martínez Gamba.


El Canto Resplandeciente
Ayvu Rendy Vera

Edición triingüe (castellano, guaraní paraguayo y mbyá-guaraní) ilustrada de las plegarias de los mbyá-guaraní de Misiones. Textos de una gran belleza, que expresan la tragedia de una cultura ancestral herida de muerte, que percibe el porvenir como un acabamiento.
Leer EL CANTO RESPLANDECIENTE –
AYVU RENDY VERA

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