Martín Almada: “EEUU recurrió a la Operación Cóndor para limpiar su patio trasero de progresistas”
“Fue un pacto criminal, que globalizó el terrorismo de Estado. Dejó 100.000 víctimas en América Latina”
Xornal.com
El cóndor es una gran ave carroñera andina que, en los 70 y 80, sobrevoló América Latina en busca de presas. Cerca de 100.000 personas fueron asesinadas, torturadas o desaparecidas en las dictaduras que asolaron el continente. Entre ellos, Martín Almada. El delito de este paraguayo, premio Nobel Alternativo de la Paz, fue estudiar, ser profesor y firmar la tesis Paraguay: educación y dependencia. Con 22 años fue detenido y torturado. Tres años y medio después salió de prisión y comenzó a investigar. Descubrió un pacto criminal entre estados, auspiciado por EEUU: la operación Cóndor. “El Cóndor sigue volando”, asegura.
Fue detenido en el año 74, ¿qué recuerda de aquello?
Me detuvieron un 26 de noviembre del 74, después de presentar mi tesis en Argentina en la que defendía que la educación, en Paraguay, beneficiaba al poder y estaba al servicio de la dependencia. Fui secuestrado de mi oficina –era director de escuela–, y me llevaron ante un tribunal integrado por militares de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay y Paraguay. Me torturó un militar chileno, el coronel Jorge Oteíza López, servicio de inteligencia de las Fuerzas Aéreas. Me vinculaban con los subversivos chilenos porque hice Sociología de la Educación allí. Yo no entendía por qué militares extranjeros me torturaban en mi país. Estuve durante 30 días. Torturaron a 1.200 personas, muchas en mi presencia. Luego me trasladaron a una oficina de Interpol, entre 43 presos políticos. Permanecí tres años y medio preso. Todos los sábados veíamos cómo nuestros torturadores, a cara descubierta, jugaban a ping- pong. Pero no conocíamos ni sus nombres ni sus apellidos.
¿Cuándo descubrió entonces por qué estaba allí y quién le había detenido?
Trajeron prisionero a un comisiario paraguayo. Su delito era tener un hijo estudiante y no haberlo denunciado. Él los conocía a todos. Yo quería saber dos cosas: primero cómo había muerto mi esposa, porque me habían dicho que se había suicidado; segundo, por qué militares extranjeros me torturaban en mi país. Este comisario me dijo: “Estamos en la guerra del Cóndor”. Eso fue en mayo del 75.
¿Cómo definiría usted esa operación?
En los archivos que descubrimos decía que el objetivo era “salvar a la civilación occidental del comunismo”. En la práctica es un pacto criminal entre esos seis países, que globalizó el terrorismo de Estado: intercambio de prisioneros, ejecución y persecución de comunistas. Pero en esa lista de comunistas estábamos todos. El Cóndor dejó más de 100.000 víctimas en América Latina: dirigentes sindicales, periodistas, jueces, fiscales, médicos, intelectuales, religiosos..a clase pensante de América Latina.
¿Pudo saber qué le pasó a su esposa?
Ella quedó detenida en la escuela, mientras a mí me torturaban en el tribunal del Cóndor. La llamaban para que escuchase mi llanto y mis alaridos. Ellos decían que tenía armas de destrucción masiva en un pequeño almacén. Con nuestro salario no llegábamos a final de mes y teníamos una pequeña cooperativa de consumo para los maestros. La policía militar convirtió los alimentos que teníamos allí en armas. “Si usted cuenta quién le dio las armas a su marido, los liberaremos a usted y a él”, le decían a mi esposa. Durante diez días le hicieron escuchar mis gemidos. En el noveno, le enviaron mis ropas ensangrentadas. Todos sabíamos que cuando caías prisionero, primero te cortaban las uñas, luego la nariz, la oreja... te iban mutilando. Le dio un infarto. Murió de dolor, a mí me dijeron que se había suicidado.
¿Cuándo descubre los archivos que explican ese pacto criminal?
Fue el 22 de diciembre de 1992. Hice una huelga de hambre y gracias a Amnistía Internacional recuperé mi libertad. Me fui a Panamá de exiliado político, la UNESCO me contrató y me trasladé a París. Allí seguí investigando. Cuando acabó la dictadura regresé y busqué los lugares del Cóndor. Así encontré tres toneladas y media de documentos que acorralan a todos los gobiernos militares de América Latina: Paraguay, Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Bolivia. Me costó 15 años de investigación.
¿Tuvo consecuencias jurídicas?
Sí y no. A todos los que eran torturadores los metimos en la cárcel, pero el Cóndor es un instrumento puramente militar. Donde fue muy útil fue en las denuncias presentadas en España. Así conocimos al juez Garzón. Entre las víctimas había un español y los documentos le sirvieron para ir a Paraguay y sentenciar a Pinochet, ordenar su detención en Londres durante 18 meses.
El Supremo ha admitido una querella contra Garzón por un presunto delito de prevaricación por investigar los crímenes del franquismo.
Gracias a Garzón, España apareció ante la opinión pública mundial como un ejemplo de Justicia Universal, un país líder. Esto es un gran retroceso, pierde imagen y prestigio. Para nosotros este caso no es contra Garzón. Se trata de que este juez ha tocado la herida de la memoria del pasado. No es solo franquismo, es fascismo. La violencia se instala de nuevo en Paraguay, en América Latina y en el mundo. El Cóndor sigue volando.
¿Se refiere a la impunidad con la que actúan muchos Estados?
Eso es una parte. El Cóndor representa la teoría norteamericana de el mundo para los EEUU. Por eso con la guerra de Irak se crearon centros clandestinos de detención en Europa.El Cóndor se ha instalado en todas partes, también en Europa. Lo que ocurrió en Honduras es el Cóndor. Lo que está ocurriendo actualmente en Paraguay es el Cóndor. Ahora el Congreso parece que va a enjuiciar a Fernando Lugo, pero eso será un golpe de Estado. Corremos el riesgo de que se repita lo de Honduras.
¿Cree que hay más documentos?
Sí. En abril de 1997 encontramos uno en el que un coronel paraguayo le escribe a un coronel ecuatoriano: “Señor, aquí le envío la lista de los subversivos paraguayos para que usted elabore la lista de los subversivos de América Latina.
¿Lo denunciaron?
Llevamos al juez ese documento y citó a declarar al coronel. Se asustó, porque suelen tener pocas luces, y comenzó a contar que quien sustituyó al Operativo Cóndor fue la Conferencia de los Ejércitos Americanos (CEA). En el 95, la CEA, con Pinochet, se reunió en Bariloche, Argentina, bajo la presidencia de Ménem para elaborar una lista de subversivos. En el 97, se reunió en Quito: en el 99, en La Paz; en 2001, en Santiago de Chile, con Lagos como presidente.
¿Qué papel cumple en todo esto EEUU?
El Cóndor nació de la mano de Kissinger. Para mí, él es el primer terrorista; Bin Laden es el segundo. Él dividió el trabajo. Pinochet tenía que limpiar el Ejército, la sociedad civil política de comunistas. El dictador de Bolivia Hugo Banzer tenía encargado limpiar la iglesia católica de comunistas. EEUU recurrió al Cóndor, siendo una gran potencia mundial. Después de la II Guerra Mundial, con la guerra del Vietnam, descuidó su patio trasero. Empezaron a emerger fuerzas progresistas en Guatemala, los sandinistas, Fidel, Perón, Allende... Y dijeron basta, por miedo.
¿Cómo detener todo esto?
Hoy hay dos potencias en el mundo. Una potencia imperial norteamericana y otra potencia que es la opinión pública. No hay una tercera fuerza, no hay una UE en defensa de los Derechos Humanos. Mi trabajo es denunciar a la opinión pública que el Cóndor sigue volando y hay que cortarle las alas.
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